Sumergirse en el fascinante mundo de los juegos de mesa a menudo significa redescubrir tesoros olvidados, enterrados bajo capas de historia y cultura. Entre estos, destaca una verdadera joya de la tradición escandinava: el Hnefatafl, también conocido como «ajedrez vikingo«. Este antiguo juego estratégico (que en ciertos aspectos recuerda al juego del go), nacido en el siglo IV, ofrece una experiencia única que va más allá del simple desafío intelectual.
La asimetría es la clave del Hnefatafl, también llamado «ajedrez vikingo»
Nacido en Escandinavia en el siglo IV, el Hnefatafl era el compañero fiel de los vikingos durante los largos viajes por mar, una forma de mantener la mente entrenada y el espíritu vivo. Su popularidad se extendió rápidamente por toda Europa del Norte, llegando incluso a las islas británicas e Irlanda. A propósito, ¿han visto el barco de los guerreros nórdicos encontrado en Noruega?
El mismo nombre del juego, que significa «mesa del rey«, evoca el profundo respeto que los vikingos sentían por este desafío estratégico.
El diseño minimalista y funcional del tablero refleja la estética nórdica. Realizado en madera, presenta una cuadrícula de 11×11 casillas (con variantes más pequeñas de 9×9 o 7×7), en cuyo centro se encuentra el «trono del rey», el núcleo de la estrategia.

Las cuatro esquinas representan las vías de escape, objetivo principal del rey y sus defensores. Las decoraciones geométricas en los bordes, típicas del arte vikingo, añaden elegancia sin comprometer la practicidad.
Pero es en la dinámica del juego donde el Hnefatafl revela su verdadero carácter. A diferencia del ajedrez, presenta una configuración asimétrica: el rey y sus defensores deben escoltarlo fuera del tablero, mientras que los atacantes tienen la tarea de capturarlo antes de que escape.
Esta disparidad de objetivos crea una experiencia cautivadora, en la que cada movimiento se vuelve crucial.
Redescubierto gracias al trabajo de arqueólogos y entusiastas de la historia, el Hnefatafl está viviendo un renacimiento. Reconstruido a través de excavaciones y fuentes históricas, representa no solo una forma de divertirse, sino también una oportunidad para sumergirse en la mentalidad estratégica antigua y en el mundo fascinante de los vikingos.
El Hnefatafl parece un verdadero viaje en el tiempo que vale la pena emprender, tanto para los amantes de los juegos de mesa como para los curiosos que desean explorar un fragmento de historia.