Nos encontramos desde hace décadas en una época en la que cada objeto que poseemos está destinado a una vida efímera. Obsolescencia programada diría alguien, pero en realidad también baja calidad de los materiales frente a un aumento necesario de costos de producción. En resumen: un perro que se muerde la cola. Sin embargo, hay una luz (en el verdadero sentido de la palabra) al final del túnel: la bombilla centenaria, es decir, aquella que desde hace 120 años nunca se apaga y no tiene intención de hacerlo.
La bombilla centenaria es la más longeva del mundo: encendida desde hace más de 120 años y nunca ha sufrido un apagón
¿Pero cómo es posible que una bombilla dure tanto tiempo? El secreto reside en su construcción única. A diferencia de las modernas bombillas incandescentes, que utilizan un filamento de tungsteno, esta está equipada con un filamento de carbono, un material notablemente más resistente.
Además, el bulbo ha sido soplado a mano y sellado en un ambiente de vacío, condiciones que han minimizado el deterioro de los componentes internos a lo largo de las décadas.
Los expertos suponen que también el uso continuo ha contribuido a esta excepcional longevidad. Contrariamente a lo que la intuición sugeriría, de hecho, las bombillas tienden a dañarse más cuando se encienden y apagan frecuentemente, debido a los esfuerzos térmicos sufridos por el filamento. Esta, en cambio, ha permanecido siempre encendida, evitando así estos ciclos de desgaste.

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Pero la historia de la llamada Centennial Light no es solo una curiosidad tecnológica. Plantea interrogantes sobre las actuales estrategias de producción, orientadas más a una práctica dirigida a hacer que se reemplace un producto después de un período de tiempo más o menos breve que a la duración en el tiempo.
¿Y si las bombillas modernas fueran diseñadas para durar mucho más de lo que lo hacen actualmente? Esta pregunta abre escenarios interesantes, no solo desde el punto de vista ambiental, sino también económico y social.
Productos más duraderos podrían reducir el impacto de los residuos, ahorrar recursos valiosos y cambiar la forma en que percibimos y utilizamos la tecnología en nuestra vida cotidiana.