Imaginen comer en un restaurante junto al mar y de repente esta escena: aguas tranquilas que, al caer la noche, se transforman en un manto estrellado líquido. Basta un movimiento, una ola que rompe en la orilla, y el mar responde con un resplandor azul eléctrico que parece pertenecer más a un planeta alienígena que al nuestro. No es magia, sino un organismo viviente. Se llaman Noctiluca scintillans.
Noctiluca scintillans: el alga que ilumina el mar con su bioluminiscencia
Detrás de este evento natural tan particular se esconde un organismo microscópico con un nombre evocador: Noctiluca scintillans. Se trata de un dinoflagelado, que se sitúa en la zona gris entre plantas y animales, ha desarrollado una característica extraordinaria que los científicos llaman bioluminiscencia: la capacidad de emitir luz a través de reacciones bioquímicas internas.
La bioluminiscencia es fundamentalmente un mecanismo de defensa. Cuando la Noctiluca es perturbada, activa una reacción entre una proteína llamada luciferina y una enzima, la luciferasa, generando esta luz azul característica.
Todo hermoso, pero este evento es bastante preocupante. Las apariciones de la Noctiluca scintillans siguen patrones precisos relacionados con las condiciones ambientales y su presencia es también bastante problemática.
El aumento de las floraciones de Noctiluca scintillans en las últimas décadas habla de océanos que cambian: temperaturas más altas y mayor presencia de nutrientes, a menudo derivados de actividades humanas, crean el ambiente ideal para la proliferación de estos organismos.
Además, se alimenta vorazmente de fitoplancton y libera amoníaco en el agua, alterando la composición química del mar y creando ambientes tóxicos para muchas especies marinas. Un exceso de estos organismos puede llevar a zonas de hipoxia donde otras formas de vida luchan por sobrevivir.
¿Dónde ver este espectáculo?
Las costas japonesas, indonesias y australianas albergan algunos de los espectáculos más impresionantes de bioluminiscencia, atrayendo turistas de todo el mundo.
Irónicamente, los mismos visitantes que quedan encantados con este fenómeno a menudo contribuyen, con sus actividades diarias, a crear las condiciones que lo intensifican.
Deberíamos aprender a entender, informándonos, lo que sucede en nuestro mundo y en la naturaleza que vivimos, para poder dar los pasos correctos ayudándola (y no violándola).