Imaginen encontrarse cara a cara con una criatura que parece salida directamente de las páginas de un libro de fantasía. Es exactamente lo que le sucedió a un fotógrafo naturalista en Phatthalung, en el sur de Tailandia. Allí, escondido entre las hojas, se ocultaba un ser extraordinario: la oruga con cabeza de dragón (nombre científico Polyura Athamas). ¿Decepcionados?
Una oruga dragón con cuernos de película sorprendió a todos en Tailandia: es el Polyura Athamas
Este insecto, que debe su nombre a su aspecto de cuento de hadas, tiene un cuerpo alargado y sinuoso, envuelto en un manto verde oscuro que recuerda las tonalidades de las hojas entre las que vive sin ser molestado. Pero es su cabeza la que deja boquiabierto: cuatro cuernos se extienden hacia atrás, evocando la imagen de un dragón en miniatura.
El descubrimiento de la oruga con cabeza de dragón en Phatthalung ha suscitado asombro y maravilla entre los expertos del sector. Esta fascinante criatura, usualmente asociada con las montañas del Himalaya, las colinas de Myanmar o los Ghats occidentales de la India, nunca había sido avistada antes en esta región de Tailandia.
Pero las sorpresas no terminan aquí. El «mini dragón» es conocido por sus extraordinarias capacidades de transformación. Después de pasar la fase larval en su traje verde esmeralda, se retira en una crisálida finamente decorada con rayas verdes y blancas, como una obra de arte de la naturaleza. De este capullo renacerá luego una mariposa de alas color marrón-negruzco, con una envergadura que puede alcanzar los 85 mm.
Una historia que recuerda, aunque de manera figurada, la renacimiento de un dragón verdadero aquí mismo en Italia.
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La aparición de esta oruga en el sur de Tailandia abre interesantes interrogantes sobre su distribución geográfica y las posibles causas de este inesperado desplazamiento.
Podría tratarse de un caso aislado, de un individuo aventurero que ha decidido explorar nuevos horizontes, o podría ser la pista de una población aún no documentada, escondida entre el follaje exuberante de las plantaciones de mangostán.
Este extraño avistamiento nos recuerda cuánto la naturaleza es capaz de sorprendernos con sus maravillas, incluso cuando pensamos que la conocemos a fondo.
