A pesar de la épica apertura “Hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana”, algunas de las ideas de Star Wars están más cerca de nuestra realidad de lo que parece. Entre leche azul vendida en supermercados y hoteles súper lujosos con temática espacial, hay quienes están transformando la ciencia ficción en ciencia aplicada. Y en ciertos casos, los resultados hacen reflexionar más de lo previsto.
Algunas tecnologías de Star Wars ya son realidad en 2025
La leche azul es solo el primer ejemplo, y en ciertos aspectos el más inofensivo. De producto cinematográfico a bebida de estante, hoy se encuentra en los supermercados estadounidenses, lista para ser fotografiada en Instagram.
Pero no es el color lo que sorprende: es la capacidad de transformar elementos imaginarios en experiencias cotidianas. La misma dinámica vale para tecnologías que, aunque nacidas en la ficción, comienzan a modelar el mundo real.

En la primera película de la saga, Luke Skywalker crece en un planeta desértico donde se “cultiva” agua del aire. Una idea que hoy toma forma en los laboratorios. Sistemas basados en materiales higroscópicos, capaces de atrapar la humedad atmosférica, están abriendo nuevas posibilidades para la producción de agua potable.
Activados por la luz solar, estos dispositivos logran extraer líquido incluso en ambientes áridos. El principio funciona, pero estamos aún en la fase experimental: antes de que esta tecnología pueda servir a comunidades a gran escala, hay desafíos de ingeniería y logística por superar.

El escenario se vuelve más complejo cuando se mira hacia arriba. La destrucción de la Estrella de la Muerte, en la trilogía original, se “resolvía” narrativamente con un conveniente agujero de gusano que se traga todos los escombros. En la Tierra, sin embargo, el espacio alrededor del planeta está cada vez más abarrotado y no hay atajos cósmicos a los que recurrir. Esto, además, puede llevar a un problema nada inesperado y muy peligroso.
Más de 12.000 satélites activos y decenas de miles de objetos más pequeños trazan órbitas ininterrumpidas, generando un tráfico caótico y potencialmente peligroso. Un fragmento puede viajar a 30.000 km/h y transformarse en un proyectil letal. Las agencias espaciales están probando sistemas de recolección con redes, arpones e incluso basureros espaciales.

Hay luego una dimensión aún más sutil, pero extraordinariamente cercana: la Fuerza. El concepto de midi-chlorian, introducido en Episodio I, recuerda de manera sorprendente a las mitocondrias, los orgánulos celulares de los que depende la energía vital de los seres humanos.
Estudios recientes exploran la posibilidad de trasplantarlos de una célula a otra, abriendo puertas no solo para la cura de enfermedades degenerativas sino también para intervenir en procesos biológicos profundos. No es ciencia ficción: es medicina experimental. En ciertos entornos ya se habla de terapia mitocondrial.