Durante la mayor parte de la historia humana, se creía que el cielo estaba poblado por divinidades brillantes, donde el Sol era un carro de fuego conducido por un dios y la Luna una diosa plateada que velaba por la noche, esta realidad se transmitió de generación en generación, a través de mitos y leyendas. En la Atenas de hace unos 2500 años, comenzaron a surgir nuevas ideas. Un hombre llamado Anaxágoras hipotetizó que la Luna era en realidad una esfera rocosa y no una diosa. Su «simple» afirmación no solo cambió para siempre nuestra comprensión del cosmos, sino que también le costó la libertad.
Fragmentos de una vida dedicada al descubrimiento más allá del Mito
La vida de Anaxágoras no es fácilmente reconstruible, se cree que escribió un solo libro hoy perdido. Los historiadores modernos se basan en breves citas o resúmenes de sus enseñanzas, contenidos en las obras de estudiosos posteriores como Platón y Aristóteles.

Nació en las tierras jónicas, cuna de un fervor intelectual que hoy llamamos Iluminismo jónico. Anaxágoras creció en un ambiente donde las preguntas sobre el mundo circundante comenzaban a encontrar respuestas en la razón y la observación, en lugar del mito. Cuando se trasladó a Atenas, en el siglo V a.C., llevó consigo este espíritu indagador, convirtiéndose pronto en una figura destacada en una época dorada para la filosofía. Junto a otros pensadores audaces, Anaxágoras contribuyó a introducir una nueva forma de pensar, que ponía la observación y el razonamiento en el centro de la búsqueda de la verdad.
La Luna cuerpo celeste rocoso
Entre los muchos misterios que capturaron su atención, la Luna ocupaba un lugar especial. Durante siglos, había sido venerada como una diosa, una entidad poderosa que influía en las mareas, la fertilidad e incluso la locura. Sin embargo, Anaxágoras, con mente aguda y mirada al cielo, llegó a una conclusión revolucionaria: la Luna no era una divinidad, sino un cuerpo celeste hecho de roca y tierra, al igual que nuestro planeta. No solo eso, también intuyó que sus fases no eran caprichos divinos, sino el resultado de su interacción con otra «roca ardiente» que llamamos Sol.
Anaxágoras comprendió que la Luna, por sí misma, era oscura y que la luz que veía era en realidad el reflejo de la luz solar en su superficie. Esta simple pero fundamental intuición le permitió explicar de manera lógica y coherente las fases lunares: cuando la Luna se encuentra entre la Tierra y el Sol, vemos su cara no iluminada (Luna nueva); cuando se encuentra en el lado opuesto, vemos toda la cara iluminada (Luna llena); y en las posiciones intermedias, vemos solo una porción iluminada.

Eclipses y cráteres lunares
A este descubrimiento le siguieron otros como la comprensión del movimiento relativo entre la Tierra, la Luna y el Sol. Esto lo llevó a explicar otro fenómeno celeste, que siempre había suscitado temor y maravilla: los eclipses. Entendió que un eclipse lunar ocurría cuando la Tierra se interponía entre el Sol y la Luna, proyectando su sombra sobre nuestro satélite natural. De la misma manera, un eclipse solar ocurría cuando la Luna se interponía entre el Sol y la Tierra, oscureciendo temporalmente la luz del día en un área determinada. Por primera vez en la historia, estos eventos celestes recibían explicaciones físicas y mecánicas y no se atribuían a fenómenos sobrenaturales.
Las intuiciones de Anaxágoras sobre la Luna eran sorprendentemente precisas para su tiempo; incluso llegó a hipotetizar que su superficie era montañosa, una afirmación que sería confirmada solo siglos después con el advenimiento del telescopio. Su capacidad para deducir la naturaleza física de la Luna, a través de la simple observación y el razonamiento lógico, testimonia su mente brillante y su enfoque científico pionero.
La Ciencia se enfrenta a la religión y la política ateniense
En una Atenas profundamente religiosa, donde el culto a los dioses era parte integral de la vida pública y privada, las afirmaciones de Anaxágoras no pasaron desapercibidas. Negar la divinidad de la Luna y el Sol era considerado un acto de impiedad, un crimen grave que amenazaba el orden social y el favor de los dioses. En un clima político tenso, donde las facciones se disputaban el poder y los ataques indirectos a los adversarios eran comunes. Anaxágoras, amigo y consejero del poderoso estadista Pericles, se convirtió en un blanco fácil.
El precio de la revolución intelectual de Anaxágoras
Los enemigos de Pericles, no pudiendo atacar directamente al popular líder ateniense, se lanzaron contra sus aliados. Anaxágoras fue arrestado y procesado con la acusación de impiedad por haber sostenido que el Sol era una masa incandescente y la Luna una roca.
Su visión científica del cosmos se enfrentó a la retórica y las creencias religiosas tradicionales, de modo que en una asamblea popular el filósofo fue condenado al exilio. Aunque Pericles logró evitar la condena a muerte para su amigo, Anaxágoras fue obligado a dejar Atenas. El filósofo encontró refugio en Lampsaco, en los márgenes del Helesponto, donde continuó cultivando su pensamiento hasta la muerte.
El legado de Anaxágoras: un cráter lunar celebra a un pionero de la ciencia
A pesar de su injusta condena y su exilio, las ideas de Anaxágoras sobre la Luna y el cosmos no murieron con él. Sus explicaciones racionales de las fases lunares y los eclipses, basadas en la observación y la lógica, sentaron las bases para la futura astronomía. Su valentía al cuestionar las creencias establecidas y al buscar explicaciones naturales a los fenómenos celestes, lo convierte en una figura fundamental en la historia del pensamiento científico.

Hoy, como testimonio de su contribución pionera a nuestra comprensión de la Luna, un cráter cerca de su polo norte lleva su nombre: Anaxágoras, capturado por la sonda Lunar Orbiter 4 en 1967, NASA. Un homenaje a un hombre que, con la fuerza de su intelecto, logró despojar a la Luna de su manto divino y revelar su verdadera naturaleza rocosa, abriendo así el camino al enfoque científico que acompañará la exploración del universo en los siglos venideros.
Fuente: https://www.smithsonianmag.com/science-nature/ancient-greek-philosopher-was-exiled-claiming-moon-was-rock-not-god-180972447/